3 días para descubrir Kioto

Templos en Kioto

Japón era uno de mis países soñados desde que era una niña, de esos que ocupaban mi top ten de países que tenía que conocer antes de morir. Es más, también estaba en el top ten de países que tenía que conocer antes de cumplir los cuarenta. Así que mi viaje de recién casados fue la excusa perfecta para dejarme seducir por él.

Yo ya tenía claro que me volvería alucinada de ese país, tantas eran las películas y libros que muchísima información e ideas ya se amontonaban en mi cabeza.

Me hubiera gustado poder recorrer mucho más del país y, por eso, no descarto que antes de los ciencuenta me deje caer de nuevo por ahí (ahora he ampliado el número de años porque tengo que pisar otros países antes de los cuarenta y el tiempo apremia… jajaja). Pero como tenía dos semanas para descubrir Japón, había que organizar el tiempo muy bien para poder disfrutar al máximo del país.

En Kioto descubrí la ciudad clásica de Japón, como me imagino que sería gran parte del país hace cientos de años. Y contaba con tres días para aprender mucho sobre ella. Ahora os quiero contar cómo los organicé.

El primer día en Kioto

Estaba como loca por asistir a una ceremonia del té auténtica. Había leído mucho de cómo era y todo el ritual qué se llevaba a cabo. Pero realmente no podía llegar a entenderlo hasta que la vi en directo.

Ceremonia del té en Kioto
Ceremonia del té en Kioto

Como llegué a Kioto a mediodía, pensé que lo mejor sería ir al hotel a dejar las maletas y aprovechar que coincidía con la hora perfecta para irnos a una casa de té y hacer el ritual del té.

¡Madre mía! Ni os imagináis el proceso tan largo y complejo que tiene el ritual del té… Yo que soy de calentar el agua, le ponerle la bolsita de té y ¡hala, a bebérmelo! La ceremonia en sí me gustó mucho, pero he de confesar que me pareció larga y tediosa. Vamos demasiado protocolo para beberte un simple té.

Pero está claro que no se trata sólo de beber té. Es uno de los signos de la cultura japonesa y que hay que entenderlo para comprender muchas cosas de sus costumbres, como la tranquilidad y relajación con la que se les educa, así como el sentido de la paciencia.

Con el té en el cuerpo me fui a la busca y captura de alguna Geisha. Gion es el barrio por antonomasia para todavía hoy en día encontrar a alguna y ¡allí que las encontré! Por supuesto, las geishas son muy serias y respetuosas y no permiten que se les hagan fotografías, así que me quedé sin documentación gráfica. Perof poder pasear y dejarme llevar por las calles de este pintoresco barrio es algo que me transportó totalmente a otra época. ¡Cómo lo disfruté!

Pero lo mejor de aquel día antes de irme a dormir fueron las últimas vistas de las que pude disfrutar a orillas del río Kamo. Juzgadlo vosotros mismos… Salvando los kilómetros de distancias, me recordó a un anochecer a orillas del río Guadalquivir en mi Sevilla natal.

A orilla del río Kamo
A orilla del río Kamo

El segundo día: visitas a los templos

Este día tocaba levantarse temprano y hacer la ruta de los templos más famosos de Kioto. Uno de los que no podíamos perdernos era el de Kiyomizu-dera. Debido a las altas temperaturas de agosto, era mejor ir a primera hora, ya que la subida final no hay otra forma para hacerla que caminando y el calor apretaba ¡y mucho!

Al final, mereció la pena porque las vistas desde lo alto de toda la ciudad son simplemente espectaculares. ¿Cómo me iba a perder eso?

Por el camino entre un templo y otro, iba paseando por unas calles que parecían sacadas de películas y libros, de los que tantas veces había visto y leídos. ¡Disfrute al máximo!

El calor que apretaba era tan fuerte que ¡hasta cayó una auténtica tormenta de verano! De esas que en realidad no te importa mojarte porque se agradece ese agua sobre tu cuerpo.

Lluvia sobre Kioto
Lluvia sobre Kioto

Tras la tormenta llegó la calma y seguimos caminando y caminando, parando a mirar todos los templos y lugares especiales que encontrábamos por nuestro camino, como el templo Yasaka Jinja.

También paseé por el camino de la filosofía, un paseo inolvidable de unos 2,5 kilómetros a orillas del río Shishigatani. Al recorrer este camino pude pasar cerca de numerosos templos y santuarios.  

La caída de la noche nos llevó de vuelta a nuestro alojamiento. ¡Mirad que camino tan bonito teníamos a espaldas de nuestro hotel! A que es ideal para un momento romántico, ¿no? ¡Es que estos japoneses piensan en todo!

Paseo de vuelta al hotel en Kioto
Paseo de vuelta al hotel en Kioto

Mi último día en Kioto

El templo de Kinkaju-ji, más conocido como pabellón dorado, era mi objetivo de primera hora. Quería llegar allí antes de que se llenara de turistas y el calor apretara. Llevaba años soñando con ese momento y, ¡por fin lo tenía ante mí!

Pabellón dorado
Pabellón dorado

Luego disfrutar de esta espectacular vista, fui a ver el Palacio Imperial de Kioto. Aquí encontraréis unos terrenos inmensos con numerosas construcciones, pero quizás lo que no podré olvidar sean los jardines, un elemento muy importante en las construcciones japonesas.

En este momento, tuve que ir a descansar al hotel. La mañana había sido larga y muy intensa y el calor demasiado fuerte. Así que decidí descansar y coger fuerzas para el resto del viaje. A la tarde di un paseo por los jardines que había cercanos al hotel y disfruté de una cena encantadora. ¡El calor y tanto andar durante ese día y los días anteriores me tenían agotada! Y es que todavía me quedaba una parte importante del viaje: Nara, Hiroshima y Miyajima.

Mi próxima visita a Kioto

Me quedé con muchas ganas de ir a conocer el bosque de bambú de Arashiyama y el santuario de los torii rojos infinitos, el santuario Fushimi Inari-Taisha. Pero, como dicen que en todos los viajes tienes que dejar algo sin visitar para tener un motivo para volver, éstos serán mis dos grandes motivos para volver a Kioto.

A los que estéis planeando un próximo viaje a Japón, o más concretamente por Kioto, os diría que, por mi experiencia, tres días están muy bien y, si tienes ganas de madrugar y andar, dan para mucho. Pero, si puedes organizar tu viaje para que sean cuatro días, mucho mejor. Así no irás con tantas prisas y probablemente puedas ver esas cosas que a mí se me quedaron en el tintero.

¿Me contáis cómo fue vuestra ruta por Kioto?

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