Irlanda es un país que suena a cervezas, a gaitas, verdes campos y llovizna. Pero si de verdad queremos comprobar si esos tópicos son ciertos, la mejor manera es haciendo una escapada a este destino. Y, aunque no tuve mucho tiempo, hice encajes de bolillos y allí me planté con mi maleta y muchas ganas de impregnarme de Irlanda en 4 días.
Mi llegada al aeropuerto de Dublín fue por la noche. Como ya os he comentado en ocasiones anteriores, cuando viajo aprovecho cada minuto, así que pensé que mejor volar por la noche y al día siguiente poder levantarme con ganas de comerme Irlanda. Opté por un alojamiento cercano al aeropuerto (Clayton hotel), para no andar con desplazamientos nocturnos, y resultó ser totalmente recomendable. Así que ahora ya sí, lista para empezar mi ruta irlandesa:
Día 1
Soy muy fan de los free tours de Sandemans. A los que no los conozcáis, os diré que es una empresa que realiza tours por varias ciudades, principalmente europeas. Están muy orientados a contaros la historia y el porqué de las cosas. Suelen ser guidados por chic@s jóvenes, que hablan tu idioma y licenciados en historia, historia del arte, geografía… Por lo que, si os apasiona cuando llegáis a un lugar nuevo ubicarlo en su contexto histórico, éstos son vuestros tours. La particularidad del free tour es que son “gratuitos”, es decir, el turista, al finalizar la ruta, es el que decide qué precio mereció su visita y, acorde con sus expectativas y lo que recibió, le paga al guía lo que considere oportuno.
Pues como os decía, yo suelo hacerlo en todas las ciudades que visito y tienen esta modalidad, porque siempre me han tocado unos guías majísimos, con mucho conocimiento de la ciudad y capaces de responder a todas las preguntas que se les plantea; así que recién llegada a Dublín, no podía ser menos.
La visita comenzaba a las 10:00 am en el City hall (ayuntamiento) y, durante tres horas, nos guiaron por el Dublin Castle (castillo de Dublín), Christ Church Cathedral (catedral), Trinity college y Temple Bar (donde se concentra la vida noctura de la ciudad), entre otros.
Después de llenar el estómago, hacía una tarde tan radiante que, ¿quién lo diría? ¡Sol en Dublín! No podía desaprovechar la ocasión y nada mejor que pasear por el campus universitario y la orilla de su río Liffey, que atraviesa Dublín de oeste a este.
Y, para dormir, ya que estamos en un país de tradiciones universitarias, nada mejor que hacerlo en un campus universitario.
Día 2
Cogí un coche de alquiler y me dirigí a Cork, a unos escasos 300 Km hacia el sur.
Aunque eran solo 300 Km, los primeros 15 minutos fueron muy intensos, ¡tocaba conducir por la izquierda! Para los que estamos acostumbrados a conducir por la derecha, esta sensación se vuelve un poco incómoda al principio, ya que tienes que poner toda la atención en la conducción y en entrar a las rotondas por el lado contrario al que estás acostumbrado. Estaba nerviosa, ya que era la primera vez que conducía en este sentido, pero con tranquilidad y prudencia, fue todo un éxito.
Cork es la segunda ciudad más poblada de la isla, con unos 120.000 habitantes. Tiene una intensa vida cultural, siendo sede de numerosos institutos de arte. Además, en el año 2.005 fue Capital Europea de la Cultura, por lo que, si siempre ha habido cierta rivalidad con Dublín, estos hechos hacen que se acentúe.
Cork es cruzada por el río Lee, que en un tramo se bifurca en dos canales, formando una isla que se levanta en el centro de la ciudad. Un auténtico placer cruzar por sus puentes y disfrutar de sus casas de colores.
Una buena opción para acabar la tarde con una buena cerveza irlandesa y llenar el estómago antes de irnos a dormir es hacerlo en Franziscan Well, donde sirven cerveza artesanal fabricada por ellos mismos.
En mi alojamiento en Cork repetía ser estudiante de universidad, ¡sentirme universitaria otra vez más! Os invito a probar esa experiencia. Si estáis interesados, podéis contactar con UCC Campus Accommodation Victoria Cross.
Día 3
Continué con mi coche hasta Limerick, tercera ciudad más poblada y con un castillo que no os pasará desapercibido.
Está situado a orillas del río Shannon y del castillo actualmente se conservan los muros exteriores y las torres fortificadas. ¡Este castillo fue un antiguo asentamiento vikingo! Ya me imagino yo a los barcos de los vikingos subiendo por el río…
Tras visitar el castillo y la iglesia de San Juan (St. Johns´s cathedral) continué mi camino hasta Cliffs of Moher, la mayor atracción turística natural de Irlanda: sus increíbles acantilados.
Allí podrás admirar la naturaleza en su forma más pura y salvaje. Podrás ver los acantilados escarpados frente al poderoso océano, saborear el aire salado, oír a los pájaros cantar y sentir las rocas bajo tus pies.
Y, después de estar un rato conmigo misma y la naturaleza, tocaba volver a la urbe, por lo que seguí con mi coche de alquiler hasta Galway.
Esta ciudad se encuentra en la costa oeste de la isla y es bastante conocida por su vida estudiantil, ya que posee dos universidades: National University of Ireland y Galway-Mayo Institute of Technology (GMIT).
Es atravesada por el río Corrib y en el año 2.020 será Capital Europea de la Cultura junto a Rijeka (Croacia).
Galway es una ciudad tranquila con sus 75.000 habitantes, pero su Latin Quarter (barrio latino) es todo un bullicio de gente que va y viene entre sus calles peatonales.
Una parada en The Quays os cargará las pilas con una gran cerveza y buena música irlandesa.
Día 4
El día amanecía gris en Galway. Tras pasear por sus verdes campos, ver a sus pescadores y llenar el estómago con un buen desayuno irlandés en mi bed & breakfast (Dun Aoibhinn House B&B), tocaba decir adiós.
Aún tenía por delante 200 Km hasta llegar a Dublín para devolver el coche de alquiler y coger mi vuelo de vuelta.
Dejaba atrás un país del cual apenas había tenido 96 horas para descubrir, pero del que me llevaba: muchos ríos y puentes; un país poco poblado, pero con una gente encantadora, donde la sonrisa y un chiste siempre estaban en su boca; naturaleza en su mejor expresión: brava y auténtica; un país católico donde la religión tiene un peso importante en la educación; dejaba atrás Irlanda, un país verde dentro de una isla cargada de futuro.