Cómo busco mi próximo destino

Empezar a preparar un viaje muchas veces es muy sencillo, algo tan espontáneo como montarte en el coche y hacer algunos kilómetros para llegar a tu destino o simplemente entrar en la web, comprar un billete de avión/tren que encaje con tus preferencias y presentarte en el aeropuerto/estación el día y hora indicados.

Sin embargo, en muchas otras ocasiones, se convierte en un auténtico dilema: ¿Dónde voy en vacaciones? Es lo que yo llamo “Problemas del primer mundo”. Pero sí, esto nos pasa a muchas personas cuando sabemos que se acercan unos días libres o alguna fecha especial que nos gustaría celebrar en algún lugar del planeta.

Yo soy de esas personas que necesito viajar (de ahí la idea de tener mi propio blog para ir contando mis experiencias). Siento que si no viajo no estoy viva y, si paso varios meses seguidos sin tomar un medio de transporte y pasar una noche fuera, mi gen interior viajero me empieza a preguntar qué estoy haciendo, o que si me ha dado ahora por desaprovechar mi vida. Y qué le puedo hacer, este gen viajero se apodera de mí y me hace ponerme como una loca a buscar mi próximo destino.

Me encanta dormir en hoteles, en apartamentos turísticos, en casa de amigos…todo lo que sea salir de mi zona de confort y ver cómo se duerme en otros sitios. Después es cierto, que casi siempre llego a la misma conclusión, como mi almohada, pocas he encontrado por el mundo.

Hay varias fechas en el año que las intento celebrar “a toda costa” haciendo un viaje o si no, al menos, una actividad diferente y original en la ciudad en la que me encuentre, porque eso significa que la salud me lo permite, y mientras esto no falle….a todo lo demás le puedo buscar una solución. Cómo una vez me dijo una amiga: “Hay que ponerle ilusión a la vida, y si no hay presupuesto… ¡pues nos montamos la tienda de campaña en el salón!”.

Para elegir un destino, lo primero que necesito saber siempre es el número de días de los que dispongo. Esto ya me hace una primera criba, que para mí significa: quedarme en Europa o salir de ella. Una vez que sé el número de días, pienso en lo que a mí (y a mis acompañantes) nos apetece: relax, aventura, turismo urbano, naturaleza, actividades deportivas, lo cual me va dando también una idea del tipo de transporte que podría utilizar.

Habiendo hecho este primer ejercicio de reflexión llega uno de los puntos más importante del viaje: cuánto quiero gastarme. Y diréis, lo menos posible. Sí, pero eso es cierto hasta un punto. Hay viajes, que por la distancia (probablemente sea un destino al que nunca vuelvas a ir) o por el momento de tu vida en el que se presenta (viaje de novios, 50 cumpleaños, año sabático…), no es tan importante el tema económico como el hacer las actividades que realmente te apetecen. Por ejemplo, si llevas toda la vida soñando con ir a bucear a Australia y, finalmente vas cuando te jubilas, ¿de verdad te vas a quedar sin bucear porque el instructor cuesta 100€ más de lo que pensabas gastarte? Sabes que la respuesta es NO. Da igual lo que cueste el curso, porque sabes que lo vas a hacer. Así que marcarse un presupuesto inicial es una buena idea, para ir mentalizándote de qué tipo de viaje vas a realizar, modalidades de alojamiento a los que puedes optar con ese budget, tipo de restaurantes que visitarás, etc, pero siempre tienes que estar un poco abierto a las espontaneidades que se puedan presentar.

Y una vez que tenemos claro la zona del destino, el tipo de viaje y, el presupuesto con el que contamos, llega el momento (para mí) más divertido: mirar el mapa y aprender sobre cómo es y cómo se vive en ese lugar. Es el momento en el que descubres cómo es el clima en esa región, qué tipo de comidas podrías saborear, religión que practican sus habitantes… y así hasta que te das cuenta que hay un destino, sobre todos los demás, que encaja con lo que estás buscando y, te apetece conocer, o bien te das cuenta que el destino que parecía que más te encajaba, no es tal, ya que el mes en el que puedes viajar es época de monzones o justo se acaba de levantar un golpe de estado que le da una inseguridad grande al país. Si este es el caso, toca volver a empezar con el ejercicio de reflexión para encontrar un nuevo destino y, paciencia, porque llega, el mundo es demasiado grande como para no encontrar un destino que se ajuste con lo que tú estás buscando. Sigues leyendo un poco más y… ¡destino a la vista!

Allá que nos vamos, es el momento de reservar transporte y alojamiento, de contactar con las empresas de actividades que queramos realizar, comprobar los horarios de los museos que vamos a visitar y hacer una pequeña planificación de cómo serán nuestras jornadas durante el viaje.

Muchas veces cuando elijo un destino me pregunto, ¿cómo nunca antes se me había ocurrido viajar a este lugar? ¿De verdad que hay culturas donde eructar es obligatorio? ¿Cómo podrán vivir allí día tras día con el calor que hace siempre? Y así sucesivamente en mi cabeza se va formando un cúmulo de preguntas que no hacen más que aumentar mi ilusión por llegar a mi destino.

Dicen que un viaje se disfruta tres veces: con la preparación antes de llegar, mientras estás en destino y una vez que vuelves y lo recuerdas. Y es cierto, pero si tengo que decantarme por qué etapa de todas es la que más me gusta, me quedo con la preparación, sin dudas un momento que disfruto mucho, hablando con la gente que ya lo conoce, preguntando, leyendo, buscando información…

Y tú, ¿ya has buscado tu próximo destino? ¡Cuéntame cual y cómo llegaste a él! Si por el contrario aún estás dándole vueltas, ¡déjame ayudarte!

Comments

  1. Ester says:

    Muy útil y práctico, ¡¡¡ya se como voy a planear mis próximas vacaciones!!!!

    1. Buscando Destino says:

      Gracias, me alegro que te haya parecido valioso 🙂

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