Como ya os conté la semana pasada, el principal motivo de mi viaje de Interrail era acudir a una boda en Alemania.
Pero no era una boda cualquiera, era una boda especial, y entre muchos motivos, por el lugar en el que nos encontrábamos, en Celle. ¿Y Celle dónde está? Os estaréis preguntado. Pues lo mismo me pasó a mi la primera vez que oí hablar de esta localidad, así que no tuve más remedio que irme a consultar a mi gran amigo Google maps. Ya lo estáis viendo, nos encontramos en el estado de Niedersachsen, al noroeste de Alemania.
Celle cuenta con un casco viejo (Altstadt) peatonal y rodeado por más de 400 casas de entramado de madera, Fachwerk, lo que hace de Celle, que sea una de las ciudades incluidas que conforman la ruta de poblaciones de arquitectura de entramados, como Quedlinburg.
Uno de los detalles que más llama la atención en el paseo por su casco viejo es la existencia de Karstadt, una cadena de tiendas departamentales, cuya fachada es idéntica a la de la tienda que posee el grupo en Hermanplatz en la ciudad de Berlín. Ya sabéis que viví durante varios años en Berlín, así que en cuanto vi la puerta de entrada, ¡pensé que me había transportado de lugar!
El casco antiguo se puede recorrer tranquilamente en un paseo agradable, ya que es amplio, pero sin agobios ni excesos, y es que Celle cuenta actualmente con una población de unas 70.000 personas, repartidas en una superficie de unos 175 Km2.
Otro de los detalles que levantaron mi curiosidad al visitar Celle fue la existencia de una cárcel. Dicho edificio está bastante metido en el interior de la ciudad, ¿cómo podía ser eso? Inicié un poco de investigación, consultando y preguntando a habitantes del lugar y descubrí que la ubicación de la cárcel fue una decisión del pueblo, ya que mediante su voto decidieron que preferían tener una prisión en lugar de una universidad. Todos me decían que esto no lo pueden confirmar, puesto que ellos no vivían por aquel entonces, pero que es lo que le han contado sus padres. En fin… historias del folclore popular que nunca podremos averiguar el verdadero origen.
Lo que sí podemos asegurar es que durante la Segunda Guerra Mundial, Celle apenas sufrió daños más que en el 2% de sus edificaciones. Un hecho que permite conocer a la ciudad en su estado real y sin remodelaciones.
Uno de los datos que muestra cómo esta ciudad se mantuvo intacta durante la Guerra es, por ejemplo, el hecho de que la empresa Vorwerk, popularmente conocida por su producto estrella Thermomix, la cual en 1.939 decidió trasladarse a la ciudad de Celle.
A escasos metros del casco antiguo, nos podemos encontrar con un magnífico parque, Schlosspark, el cual alberga en su interior un castillo, Schloss. La visita a su interior dicen que es muy recomendable, pero a mí, por falta de tiempo, no me fue posible. El horario para su visita es de 10:00 a 17:00 y el precio por persona de 8€. El parque, además, está rodeado por un agradable lago por el que danzan a su gusto gansos y patos. ¡Qué maravilla disfrutar de la naturaleza en pleno centro de la ciudad!
Y es que eso no es todo porque, tomando la dirección contraria desde el casco antiguo, nos encontramos con el jardín francés, Französischer Garten, un parque para pasear de lo más agradable.
Pero bueno, ya que estaba en Celle para una boda, ¡no podía faltar la iglesia! Celle es una ciudad de mayoría protestante y, aunque otras religiones también están presentes en la ciudad, la evangélica es la más seguida. Su iglesia, St. Marien Stadtkirche, se encuentra ubicada en el casco antiguo y cuenta con una torre a la cual se puede subir de manera gratuita para contemplar las vistas de la ciudad. Eso sí, tened en cuenta que estamos hablando de subir 235 escalones, ya que son 74 metros de altura.
La iglesia, se presupone que inició su construcción en torno al año 1.292, pero no es hasta aproximadamente el año 1.532 cuando se inicia la construcción de la torre e incluso no es hasta 1.551 cuando se instala el reloj de la torre.
El órgano que contiene la iglesia es de gran valor, ya que se ubica en su interior desde 1.687, aunque su última remodelación data del año 1.999. ¡Ya os podéis hacer una idea del valor tan incalculable que tiene este órgano! Además, os puedo confirmar que lo oí sonar y qué maravilla de sonido sale de él, ¡todo un gusto para los oídos!
Después de la boda llego el momento de la fiesta, pero esos detalles… ¡ya me los quedo para mí!
Y vosotros, ¿habéis descubierto alguna ciudad de encanto gracias a una boda?