Ahora que se acerca el invierno, el frío y la nieve no he podido evitar acordarme de mi última vez en el Pirineo aragonés.
En febrero de este año, con la excusa de ir a celebrar una fecha especial con mi compañero de vida (soy una experta en sacarme excusas de la manga para organizar un viaje), decidimos ir a esquiar a la estación de Formigal-Panticosa en Huesca.
Como soy demasiado previsora y sé que con el tiempo en invierno no se puede arriesgar (además que vuelvo a recordar que estábamos celebrando una fecha especial), quería un hotel que también fuera especial, a la altura de tal momento, y así, si el tiempo no nos permitía disfrutar de los deportes de invierno, al menos que estuviéramos en un sitio agradable, cómodo y con bellos paisajes para contemplar.

No conocía nada de este destino, sería la primera vez que mis pies tocaran la provincia de Huesca, así que inicié una intensa búsqueda hasta que a través de la web de Booking , y añadiendo los filtros de lo que estaba buscando para el alojamiento de mi nuevo destino, me apareció un increíble hotel: Viñas de Lárrede. Ya, nada más que el nombre me sedujo. Un hotel independiente, nada de grandes cadenas hoteleras, uhm… iba sonando bien. Me metí en su web , sí, siempre miro las webs de los sitios para ver las fotos que tienen y ya me cautivó por completo.
Viñas de Lárrede es el proyecto de una pareja (Joaquín y Adriana) que decidieron dejarlo todo, trabajo y ciudad (son originarios de San Sebastián) para embarcarse en la aventura de vivir su propio sueño: Hacer de su casa el hogar de sus huéspedes. Unir en un mismo objetivo sus dos grandes pasiones, diseño y hospitalidad.
No fue ni es tarea fácil. Cómo me decía Adriana: “Hay demasiado trabajo detrás de todo esto, pero cuando se hace con ilusión se te olvidan todos los inconvenientes y volvemos a soñar.”
Este hotel nacía de la nada, simplemente del hecho de que Adriana y Joaquín vieron en estos Km2 de Lárrede la posibilidad de conseguir su sueño.
Lárrede es una localidad perteneciente a Sabiñánigo, en Huesca, al noreste de España y fronterizo con Francia. Lárrede cuenta con apenas 20 habitantes, pero las vistas que se pueden contemplar desde él son una preciosidad de la naturaleza y un auténtico placer para los amantes de la tranquilidad.
Llegar a la apertura de este hotel en junio de 2.016 no fue coser y cantar. Atrás quedaban cuatro intensos años de estudios, desarrollos y proyectos junto a un largo año de obras, pero os doy mi palabra, igual que les dije a ellos, les mereció la pena.
Conforme te vas acercando por la carretera, sientes que algo cambia. Y al ver en lo alto del cerro esa casa, ni dudas de cómo será la experiencia en tu nuevo hogar.

Era el mes de febrero, como os dije antes, y la temperatura al bajar del coche rondaba los menos tres grados, así que al abrirse las puertas de Viñas de Lárrede y ver en la recepción a Adriana, lo primero que sentí fue el calor de un hogar.
Viñas de Lárrede
Este pequeño hotel tiene diecisiete habitaciones, divididas en cinco habitaciones dobles, nueve dobles premium y tres suites. Todas las habitaciones están numeradas con nombres de mujer. Tenemos, entre otras, a Concha, Inés o Ana. ¡De lo más original que había visto en numeración de habitaciones!
Cada habitación está decorada con materiales exclusivos, por ejemplo, como detalle os diré que me llamó la atención que todos los sanitarios eran de la gama alta de Porcelanosa y ¡definitivamente elegidos con mucho gusto!
También cuenta con un restaurante donde, además de servir desayunos, sirven comidas y cenas. No te olvides de comprobar los horarios y reservar antes de ir. La sala del restaurante tiene unos grandes ventanales con vistas de todo el valle. ¡Alucinante!
Además, su chef, Toni Polca, os deleitará con exquisitos platos, fusionando lo tradicional con lo moderno, pero siempre con ingredientes de primerísima calidad.
También cuentan con una sala con chimenea incluida, que en ese frío mes de febrero me sentó de maravilla, donde te podrás encontrar como en el salón de tu casa. Podrás sentarte tranquilamente a leer, tomar un té o café, tener una charla distendida con amigos…

Y si os cuento que ya mi momento sublime llegó cuando después de un día entero fuera, con frío, nieve y deporte me sumergí en su spa, ¿os lo creéis? Porque Viñas de Lárrede incluye un pequeño spa donde parece que se detiene el tiempo.
En mi escapada a la zona también aproveché para visitar Jaca y Huesca, pasando por el embalse de Búbal, ¡qué bellos paisajes! Así me entran unas ganas locas de que llegue, pero bien, el invierno, el frío y la nieve.
¿A qué estás esperando para ir a conocer esta bella zona del Pirineo aragonés?