Eran las cuatro de la tarde del mes de agosto. El sol aparecía y desaparecía de entre las nubes, sin embargo, una suave brisa rozaba mi cuerpo. Era la brisa del Cantábrico, pensaba, porque sentía el olor del mar y el graznido de las gaviotas me lo confirmaba. Yo no andé hacía el mar, decidí andar en dirección contraria, iba buscando un destino especial.
Sus calles empedradas con edificios medievales y barrocos, que me trasladaban a otra época, se fusionaban a la perfección con un patrimonio modernista único a nivel europeo. En las plazas, los niños jugaban mientras los mayores disfrutaban de distendidas conversaciones.
Continué mi camino, dejándome llevar por los grupos de turistas que allí se aglutinaban. Porque era cierto, me encontraba en Comillas, y tenía ante mí al conocido como Capricho de Gaudí.
Comillas es una ciudad elegante, señorial y con un pasado monárquico, ya que, durante muchos años, fue donde se encontraba la residencia oficial de veraneo de los reyes de España y de su alta aristocracia.
Comillas también es muy conocida por su universidad, en la cual fueron egresados grandes figuras eclesiásticas. Es por lo que muchos la conocen como la “villa de los arzobispos”.
Pero si hay algo que destaca sobre todas las demás obras en Comillas, eso es la villa Quijano.

Este edificio modernista, diseñado por el arquitecto español Antonio Gaudí, fue una de las pocas grandes obras que el artista realizó fuera de Cataluña.
La construcción de la villa, propiedad del indiano Máximo Diaz de Quijano, fue encargada a un joven Gaudí para que fuese la residencia de veraneo cuando la familia acudía a la península.
Era un terreno que quería convertir en su auténtico capricho después de haberse marchado a las américas a hacer fortuna por lo que, aunque el nombre de “El capricho de Gaudí” pueda resultar algo confuso, la obra es de Gaudí, pero el capricho es del señor Quijano.
En la construcción de la villa, Gaudí dejó ver influencias de su aprendido estilo oriental, así como del arte islámico, especialmente el mudéjar y el nazarí.
Una de las muchas características que podríamos destacar de este edificio son sus persianas. Dichas persianas incorporan por primera vez un sistema de contrapesos para que, a través de ellos, por las diferencias de densidades y tamaños se pudiera obtener notas musicales diferentes al abrirse y cerrarse. ¡Todo un lujo para un amante de la música!
Y como la música era la auténtica pasión del propietario de la villa fue el motivo por el que Gaudí hizo tanto hincapié en darle ese capricho a su patrón. Destacan grandes detalles musicales como las cenefas de la entrada exterior de la casa que imitan a un pentagrama, las barandillas del exterior que tienen forma de clave de sol y semicorchea y en el cuarto de baño que hay dos vidrieras muy particulares, una de una abeja tocando la guitarra y otra de un pájaro tocando el piano.

En el capricho de Gaudí, también adquiere gran importancia el girasol. Esta planta, cuya decoración se repite en numerosos elementos como sillería, ladrillo, hierro y cerámicas, se utiliza para darle más luz y color y, en general, que se sienta más calor en el hogar.

Quizás uno de los datos más curiosos de este precioso edificio radica en el hecho de que está sin terminar. El propietario quiso irse a vivir antes de que finalizaran las obras y este hecho se deja ver en las cuatro columnas de la entrada, de las cuales dos aún están sin tallar, o en el techo del salón, el cual no contiene decoración alguna.
Muchos de estos detalles y el simbolismo que conllevan no sería fácil de apreciar para un “turista normal” si no fuera por las visitas guiadas que se realizan. Para acceder a la villa hay que pagar un tiquet de entrada y con él tienes derecho a escuchar todas las explicaciones del guía que se realizan a cada hora. ¡Totalmente recomendable!
Además de explicar todas esas especificaciones arquitectónicas del edificio, os dará más detalles del destino de la villa: cómo fue abandonada tras la guerra civil, a pesar de estar declarada como Bien de Interés Cultural, cómo la última descendiente del señor Quijano se deshace del mismo vendiendo su propiedad y cómo pasa a ser un restaurante hasta que finalmente desde el año 2.009 se convierte en museo para el disfrute y agrado de todos sus visitantes.
¿Aún no conoces el capricho de Gaudí? ¡Pues ya puedes ir programando tu próxima escapada!