Hace muchos años caía en mis manos una imagen de esas que no parecen reales. De las que piensas que más que retocada, es que está creada así con los muchos programas informáticos que existen hoy en día. Sin embargo, al poco tiempo aparecía otra imagen del mismo estilo y, así en sucesivas ocasiones.
Como la curiosidad es uno de mis puntos débiles (o fuertes, según se mire), aprovechando mis años de estancia en Alemania decidí que tenía que ir a conocer ese lugar y comprobar por mí misma si esa imagen era real.
Os estoy hablando de que necesitaba conocer Rakotzbrücke o más popularmente conocido como el Puente del Diablo, que refleja un círculo perfecto, desde cualquier punto de observación.
Este puente se encuentra al este de Alemania, concretamente en el estado de Sajonia, escondido en las frondosidades de su Rhododendronpark Krumlau, en la pequeña localidad de Krumlau. Es un inmenso bosque, rodeado de azaleas y tras sumergirte dentro de él y, sentir que no hay nada más en el mundo que esos inmensos árboles que te rodean, ahí está el puente.
Su fecha de construcción data de 1.860 y su forma arqueada fue creada así intencionadamente, para que diera lugar el círculo perfecto sobre las aguas quietas que se encuentran bajo él, el lago de Rakotzsee.
Es precisamente esa inestabilidad que transmite el puente una de las razones de su sobrenombre. ¡Es asombroso que se mantenga en pie, ¡que aún no se haya caído! Y con la de años que han pasado ya…

Parece increíble y, por eso las leyendas aseguran que este puente fue creado ¡por el mismísimo Satanás!
Para la construcción del puente se utilizó la piedra gris oscura, típico de la zona.
En 1.842, Friedrich Herrmann Rötschke adquirió la mansión de Krumlau y posteriormente en 1.844 inició la construcción del parque, uno de los más grandes de Sajonia con algo más de 200 hectáreas de terreno donde se refugian plantas raras para deleite de los aficionados a la botánica. Incluso aún se mantienen algunos de los árboles originales plantados por Rötschke, un paraíso de la naturaleza. También podemos encontrar variedades inusuales del roble como el roble escarlata, el roble negro del Este o el roble de los pantanos.
Está claro que el puente no es obra de Satanás, como dicen las leyendas, pero sí que es cierto que los constructores parecían estar más interesados en la estética del puente que en su utilidad misma.
No es una forma muy práctica de construir un puente, pero quizás sin tener muy claro el objetivo, construyeron un puente de dimensiones tan perfectas que hoy atraen a muchos turistas y curiosos, como yo. Un muy buen ejemplo de la combinación de la arquitectura / ingeniería con la estética.
Aunque lo que más llama la atención de este puente es el círculo perfecto que se forma con sus aguas, no es lo único, en sus extremos asoman unas puntiagudas agujas pétreas que le dan un aspecto aún más demoníaco si cabe. En este caso parece que los constructores nada tuvieron que ver, sino que se trata más bien de afloramientos rocosos naturales, muy comunes en la zona, ya que este parque es famoso, entre otras muchas cosas, por sus formaciones geológicas.
Actualmente no se puede cruzar por encima de él, está prohibido, más que nada por medidas de seguridad y para preservar el deterioro de este bello puente. Eso sí, la entrada al parque para contemplar su belleza es totalmente gratuita, a no ser que quieras acampar y pasar la noche, que entonces ya tendrás que abonar una tarifa para dormir en una tienda de campaña o bungalow o que quieras hacer un tour guiado por el parque por 2,5€.

El día de mi visita, en abril, llovía y hacía mucho frío. El cielo gris perenne de Alemania dificultaba la calidad de las fotos. Aun así y todo os puedo asegurar que no desperdicié ni un minuto de mi paseo por este magnífico parque, deleitándome con toda la vegetación que se encontraba a mi alrededor, respirando el aire fresco, que hoy, en la distancia de kilómetros, a veces tanto echo de menos y, mi llegada al puente ya fue sublime, ahí estaba mi ansiado tesoro, ese cofre con el que llevaba las noches previas soñando.
Podía comprobar de primera mano que esas fotos que años atrás habían caído en mis manos no eran fruto de la digitalización del siglo XXI, sino que era reales. Eso sí, las fotos solían aparecer con algo más de luz solar de lo que yo ese día podía capturar, y ahora que lo pienso, ¿Tantas fotos que había visto y todas con esa luz natural? Bueno, quizás la mano de Satanás o del hombre también está detrás de ese fenómeno.
¿Te atreves a visitarlo?