Ir Zaragoza y no pasear por el parque natural del monasterio de piedra es algo que debería de estar prohibido y, sin embargo, a mí era algo que me había pasado en mis dos anteriores visitas a Zaragoza. Así que, en esta tercera ocasión, no lo quería dejar escapar y yo que vosotros tampoco lo haría.
¿Porque no puedes dejar de visitar el Monasterio de Piedra?
El Monasterio de Piedra es un conjunto turístico compuesto por el parque natural, el jardín histórico y el propiamente dicho monasterio de piedra. A lo largo de su recorrido, el agua es el principal protagonista, atravesando cascadas, arroyos y grutas, lo que da lugar a un paisaje único, con una vegetación especial, así como una rica fauna.
La llegada al recinto la hice en coche. El Monasterio de piedra se encuentra en Nuévalos, aproximadamente a unos 100 kilómetros desde Zaragoza, por lo que en una hora ya estaba allí. También sé que se puede hacer en autobús e, incluso, hay excursiones organizadas con guía de ida y vuelta en el día desde Zaragoza al Monasterio.
Los precios son estables todo el año, independientemente de la temporada, aunque hay varias tarifas en función de si eres adulto, estudiante, niño, familia numerosa, compra anticipada… Pero los horarios sí que varían, ya que durante la época de primavera y verano cierra más tarde que durante el invierno. Para asegurarte que no tengas equívocos, puedes echarle un vistazo a su página web.
El lugar, como os digo, ofrece unas increíbles vistas que puedes contemplar e incluso invitándote a disfrutar de su jardín a hacer un picnic si hace un buen día, ya que hay varios merenderos a la entrada. Sin embargo, si lo que quieres es comer sentado y bajo techo tienes dos opciones: o bien en el Restaurante Piedra vieja, que está muy bien para ir con niños, ya que tiene una zona de juegos dedicada para ellos (aquí lo que podrás encontrar son pizzas, sandwiches, menús, platos combinados, etc.) o bien el Restaurante Reyes de Aragón, que se ubica dentro del hotel que hay en el recinto.
Y es que el Monasterio de Piedra, además de parque natural, jardín histórico y monasterio, también alberga un hotel. Un hotel muy especial, ya que sus 62 habitaciones forman parte del antiguo monasterio del siglo XIII. Sin embargo, las habitaciones, con vistas al parque o al claustro, están completamente reformadas. No tuve la posibilidad de conocer ninguna de ellas, pero sí de perderme por sus pasillos de altos techos y de disfrutar de un té en los agradables sillones de su cafetería.
El monasterio en sí es impresionante. Se trata de un monasterio cisterciense del siglo XIII compuesto por una iglesia en el edificio central y anexo tiene un claustro donde se hallaba la sala capitular, el almacén, cocina, calefacción y refectorio. ¡Fue el primer monasterio de Europa donde se cocinó chocolate! Y a mí, con lo golosa que soy, ¡estas cosas me encantan!
Además, estando allí me enteré de que en ese lugar, con ese increíble escenario y tanta historia, se pueden realizar bodas y eventos. ¿Os imagináis? ¡Qué lugar más ideal para un recuerdo imborrable que no olvidarás jamás!
Quizás, aunque el monasterio es increíble, lo que a mí más me gustó fue el Parque Natural. ¡Qué belleza de la naturaleza! Como os decía al principio, el protagonismo del parque lo toma el agua y eso transmite una sensación de relajación, tranquilidad, serenidad… que te carga las pilas para una buena temporada.
El camino a realizar está trazado a través de unas flechas azules que te van indicando por donde continuar. Durante todo el recorrido está todo muy bien señalizado. Los caminos de salida están marcados con unas flechas de color rojo, así que no hay opción a duda entre por donde continuar o si quieres ya salir del parque.
Además del recorrido estándar por el que te van guiando, hay una serie de recorridos adicionales que también están señalizados por si quisieras pasar por ellos y explorar otras áreas. Uno de estos caminos adicionales que más llamó mi atención fue el que permite visitar el mirador de la cola de caballo. ¡Había una cola de personas esperando tremenda! Finalmente decidí no esperar esa cola y, en cierto modo, me alegro porque luego pude ver el salto de la cola de caballo desde el frente en vez de desde el mirador que es por la parte trasera del salto y no tengo claro que las vistas fueran más espectaculares que las que tuve yo.
Un detalle a comentar es que todo el parque tiene un cuidado exquisito y una limpieza impecable. Hay papeleras por todas partes para que la gente no vaya dejando sus residuos por ahí. Otra de las normas del parque es que los perros pueden pasar a disfrutar del entorno pero tienen que ir atados, algo que me parece muy correcto, ya que el parque lo recorren muchos niños que danzan a sus anchas.
También quiero contaros que desgraciadamente el parque no es accesible para todos. Es un espacio natural y por tanto hay zonas que no están habilitadas para ir con sillas de ruedas o carros de bebé, y se hará muy complicado para personas con movilidad reducida. Es una pena, sí, pero también es cierto que quizá habilitarlo completamente requeriría de cambiar demasiado el entorno y se coartaría ese carácter de naturaleza libre que tiene el parque.
Si tenéis la oportunidad de disfrutar de esta zona de Aragón y no sabéis si ir a conocerlo o no, ya sabéis, yo no lo dudaría ni un momento, porque os vais a transportar a un lugar de ensueño que combina la historia con la naturaleza de forma espectacular.