Hace un par de meses me propusieron pasar un fin de semana de retiro espiritual en el Monasterio de San Daniel: un fin de semana diferente, en pleno corazón de Gerona, pero al mismo tiempo rodeado de naturaleza, dedicado a realizar actividades como yoga y relajación.
Con lo que me gusta una aventura y conocer sitios y personas nuevas, no pude rechazar esa oportunidad, así que el viernes a la hora acordada allí estaba yo cogiendo mi tren en dirección Gerona. Porque, si hay algo que además me motivaba aún más, era el poder hacer el trayecto en tren, un medio de transporte que solo con pronunciar su nombre ya me provoca relajación e imágenes de bellos paisajes vienen a mi mente.
El trayecto desde Barcelona dura poco más de una hora. Un trayecto que disfruté muchísimo gracias a la comodidad de los trenes de Renfe (http://www.renfe.com/) y al aire acondicionado, que en ese caluroso viernes de junio se agradecía bastante.
Al llegar a la estación de Gerona con mis compañeros de fin de semana cogimos un taxi en dirección al monasterio. No es que estuviera lejos, unos 2 Km, pero como ya he dicho anteriormente, en el intenso calor de aquella tarde veraniega, esa distancia se hacía inalcanzable.
El recibimiento a nuestra llegada al Monasterio no pudo ser mejor. Eran las ocho y media de la tarde y la hora de la cena era las ocho, pero allí estaba Nuria (responsable de la hospedería) esperándonos para que no nos la perdiéramos. A Nuria la acompañaba una de las cuatro monjas benedictinas que viven en el monasterio y ella estaba bien preparada para darnos la hoja de comportamiento antes de ocupar nuestras respectivas habitaciones.
En esa hoja de comportamiento se aclaraban cuáles eran los horarios de comida, los cuales debíamos seguir a raja tabla para la buena convivencia: desayuno a las 8:30, almuerzo a las 13:30 y cena a las 20:00. También se aclaraban los horarios de los diversos servicios eclesiásticos como eucaristía o plegarias, así como diversos teléfonos en caso de necesidad para contactar con ellas junto con una serie de normas referente a la posibilidad de fumar, respeto del silencio nocturno, cuidado de las tarjetas magnéticas y llaves de habitaciones, entre otras.
El Monasterio se remonta a la Edad Media y, aunque ha pasado por épocas difíciles, como la Guerra de la Independencia Española (1808-1814) o la Guerra Civil Española (1936-1939), aún se mantiene activo. El Monasterio se compone de la iglesia, el claustro y el sepulcro de San Daniel. Siendo la última reforma realizada de estas partes en el Siglo XII. Posteriores son las reformas y ampliación realizadas para la hospedería.
Actualmente (desde el 15 de junio 2013 y hasta finales de 2018) se encuentran en la celebración del primer milenio del Monasterio de San Daniel. Con motivo de esta celebración están realizando una serie de actos de apertura hacia las nuevas tecnologías para facilitar la difusión del significado espiritual, histórico y artístico del monasterio. Podéis echar un vistazo a su página web, aunque aún está únicamente en catalán: http://www.santdaniel.com/ca/
En el monasterio íbamos a ser los únicos huéspedes, a excepción de una señora de Casteldefells que venía a pasar unos días de meditación interior, por lo que la comodidad y tranquilidad estaban aseguradas.
La cena no es que fuese escasa, pero la definiría como austera y medida: ensalada, tortilla de calabacín y merluza. Una ración por persona. Lo de repetir no se contemplaba. De postre, fruta o yogurt.
Tras una cena entre charlas y risas llegó el momento de nuestra primera meditación: meditación budista. Para los que no estéis muy familiarizados con estos términos os diré que esta meditación enfoca la mente en el presente, en la observación de uno mismo y la atención en la respiración.
Meditar relaja (entiendo que para el que logre relajarse), pero meditar en el jardín de este monasterio bajo la única luz de las estrellas… lo estoy escribiendo y parece que me traslado a ese lugar y ese momento.
El sábado nuestra jornada empezaba bien temprano. A las siete de la mañana, sadhana. Literalmente este término significa práctica espiritual, implica la ejecución de una serie de ejercicios para llegar a la consecución de una meta. Nosotros practicamos durante hora y media una serie de posturas para llegar a alcanzar ese estado de bienestar y cargar al cuerpo y la mente de energía.
Tras esta activación y llenar el estómago nos fuimos de caminata hacia la Fuente del Hierro. Esta fuente se encuentra incluida dentro del inventario de patrimonio arquitectónico de Cataluña. Para llegar hasta ella hay que seguir una ruta sencilla de unos 2 Km a través del Camino de San Miguel a través de un bello paisaje natural.
Y a la vuelta de nuestra andadura: ¡Risoterapia! Jajaja, jejeje, jijiji, jojojo, jujuju. Aprendimos cómo cada persona tiene distintas formas de reírse, incluso a veces hasta una misma persona cambia su risa dependiendo de la situación y el contexto, y como estas diversas formas pueden significar cosas diferentes y afectar a nuestro cuerpo de diversas maneras. Por ejemplo, os diré que la risa con “je” actúa bajo las costillas, libera energía del hígado, de la vesícula biliar y de todo el tejido muscular, mientras que por ejemplo la risa con “ju” provoca una vibración en la zona pulmonar y libera la energía del intestino grueso. Si queréis saber algo más sobre risoterapia, preguntadme, que os puedo contar todo lo que aprendí en aquella sesión y los diversos juegos y actividades que realizamos.
Tras la hora del almuerzo y un pequeño descanso fuimos a visitar el casco antiguo de Gerona. Mucho podemos contar de este casco antiguo, pero nos quedaremos con su catedral, consagrada a Santa María donde combina el estilo románico de su construcción inicial (S.XI) con el estilo gótico de sus terminaciones (S.XIII).
Además, coincidiendo con la víspera del Corpus Christi, pudimos disfrutar de una actuación característica.
Y, tras este paseo, nada mejor que sentarnos a tomar un helado en frente del culo de la leona (dice la tradición que hay que besarlo para volver a la ciudad). En vuestra visita a Gerona no os podéis perder esta heladería “La Lletera gelats i iogurts artesans”. Además del buen servicio recibido, los helados artesanos están riquísimos.
El domingo, nuestro día no empezaba más tarde que el día anterior porque, como os explicaba anteriormente del término sadhana, para la consecución de esa meta, la práctica de ejercicios ha de ser constante y metódica, por lo que a las siete ya estábamos dispuestos para comenzar nuestros ejercicios.
Y tras nuestra pausa para el desayuno, igual que el día anterior, era el turno de ir a andar. Ese día decidimos hacer la ruta de las cruces. Es una ruta que se hace aproximadamente en una hora u hora y media, pero evidentemente depende del ritmo que se lleve durante el paseo. Durante este camino nos van acompañando pequeñas capillas, en total quince, coincidentes con las estaciones del Vía Crucis. Durante la ruta se pueden apreciar algunas panorámicas espectaculares como el Valle de San Daniel o el Valle de Montjuïc. Al final del trayecto, aparece la Ermita del Calvario, situada entre dos pequeñas colinas. El camino de vuelta es mucho más sencillo, ya que vas saliendo rápido del sendero forestal.
Con el ejercicio realizado había que llenar el estómago y organizar el camino de vuelta. ¡Volvíamos al tren!
Si os animáis a pasar un fin de semana original y rodeado de naturaleza, esta guía os puede servir de inspiración.
¡Namasté!