Como ya os he contado en post anteriores, soy una enamorada de Marruecos, país que he visitado en varias ocasiones. Incluso os he descrito cómo fue mi primera vez durmiendo en el desierto de Marruecos. Y es que, de verdad, Marruecos tiene, para mí, algo mágico. De hecho, os lo estoy contando y por mi mente van pasando cientos de recuerdos: desde las estrellas que contemplé en el desierto hasta esos mercados abarrotados de personas donde el regateo es su figura clave, pasando por la solemnidad y cantos desde sus mezquitas.
Hablando con viajeros, familiares y amigos que aún no han pisado tierra en el país vecino me dicen: «Aún no conozco Marruecos pero es que no sé, si tengo una semana, ¿Qué ruta me propones de una semana para que me pueda hacer una idea del país?».
Siempre suelo responder lo mismo: “Hombre, en una semana es muy difícil conocer un país de más de 400.000 km2, pero bueno, si quieres entender por qué a mí me gusta tanto y conocer algunas de las grandes riquezas del país, ¡aquí va mi ruta!».
Marrakech
Llegar a Marrakech puede ser un gran comienzo. El aeropuerto internacional permite conexiones desde numerosas ciudades. Aunque no debemos olvidar que no es la ciudad más poblada de Marruecos (ocupa la cuarta posición tras Casablanca, Rabat y Fez) y que tampoco es la capital (la capital es Rabat), sí que es una ciudad con una interesante historia y un incalculable valor arquitectónico y artístico.
En Marrakech, no podremos dejar de visitar la Plaza Jamaa el Fna, centro neurálgico de la ciudad, por la que pasarás tanto al comienzo como al final de tu día. En ella encontrarás todos los personajes más inimaginables como dentistas mostrando las últimas piezas extraídas, encantadores de serpientes o domadores de monos, así como numerosos puestos donde disfrutar de un rico zumo natural de frutas.
Por supuesto, perderse por su Medina es obligatorio así como visitar la madraza de Ben Youseff, Palacio de la Bahía, Museo Dar Si Said, sin olvidar las ruinas del Palacio Badi.
En esta ruta de una semana, pasar unos 3 días en Marrakech nos sentará de maravilla. Para ello podemos alojarnos en la zona exterior a la muralla de Marrakech, que es la zona nueva y rica de la ciudad, extendiéndose a lo largo de las avenidas de Mohamed V y Mohamed VI. Aquí encontraremos lujosos hoteles al estilo occidental a precios muy competitivos. La gran mayoría de ellos incluyen piscina, que, con las altas temperaturas de la ciudad, bien apetecibles que son para descansar y relajarnos un poco después de nuestra larga jornada turística.
Sin embargo, si queréis algo más autóctono, no podéis dejar de alojaros en los riads, que son los alojamientos típicos de Marruecos: casas tradicionales, con patio en medio y habitaciones entorno al patio. Suelen ser de varias plantas y en la última suele acoger una azotea para disfrutar de las vistas y donde, por lo general, se suele servir el desayuno y también podemos degustar un té por la tarde. Y sí, muchos riads también incluyen piscinas para relajarnos.
Atlas
Después de empaparnos de la esencia de Marrakech, toca iniciar la marcha y ponernos rumbo a Ouarzazate en nuestro 4×4. La excursión la podéis organizar por vuestra cuenta alquilando un vehículo o bien contratarla con alguna de las muchas empresas turísticas que suelen presentar rutas similares por precios también muy parecidos entre sí. La elección va a vuestro gusto. Lo que sí os recomiendo encarecidamente es que utilicéis un vehículo 4×4 o lo más similar posible, ya que muchas carreteras estarán en no muy buena situación de asfalto y, por supuesto, para la entrada al desierto la comodidad del 4×4 no la encontraréis en un vehículo tipo turismo.
Por el camino, en dirección al Alto Atlas, cruzaremos el puerto de Tichka, a más de dos mil metros de altitud y nos asombraremos con la Kasbah de Ait Ben Haddou, bien conocida por ser escenario natural de numerosas películas, como por ejemplo Gladiator y hoy en día reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. También atravesaremos el valle del palmeral de Skoura, conocido como la “ruta de las mil Kasbah” y el valle de Rosas, para acabar deleitándonos con el gran valle del Dades y sus gargantas. Pasad la noche ahí, es un gran punto para descansar y al día siguiente despertarse con ese escenario.
Al día siguiente, podemos adentrarnos en el valle del Dades. Es espectacular las vistas que desde aquí podremos contemplar y, por supuesto, llevarnos un souvenir en forma de fotografía de lo más alucinante. También no podéis dejar de admirar las gargantas del Todra, las más altas de Marruecos.
Finalmente llegaremos a Erfoud, conocida por ser la capital de los fósiles mineralizados. Aquí alucinaremos con los productos que son capaces de producir introduciendo estos fósiles mineralizados. Yo todavía recuerdo un lavabo y una mesa de salón de la que me enamoré, pero estoy convencida de que algún día decidiré volver a por ellas para llevarme ese mobiliario a casa.
Desierto: Erg Chebbi
Y, después de esta parada para ver las maravillas que producen, nos adentraremos en las dunas del desierto Erg Chebbi en Merzouga. Cambiar el 4×4 por los dromedarios puede ser a priori una experiencia de lo más increíble. Y quizás, o al menos para mí, lo increíble no es tanto el paseo en dromedario, como el dónde puedo llegar con el dromedario: literalmente a la mitad del desierto. Sí, allí donde no hay nada, no hay ruido, ni luces, tan solo las estrellas del universo, la compañía que hayas elegido y tú. Un precioso instante que recomiendo a todos experimentar después de haber disfrutado de una cena tradicional bereber animada con danzas y música.
Y, después de pasar la noche en la haima, toca madrugar para seguir la ruta, pero no sin antes admirar el amanecer en el desierto, algo que, sin duda, nunca se os olvidará. Y aunque comenzamos la vuelta hacia Marrakech ¡aún nos quedan sitios espectaculares por descubrir!
Podemos acercarnos a Rissani y ver su conocido mercado. A continuación, podemos seguir hacia Tazarine atravesando el valle de los mil palmerales del Draa donde nos dejaremos asombrar por unos pueblos bereberes típicos. Y ya próximo a nuestra meta podemos pasar por Agdez, donde cruzaremos el Anti-Atlas para llegar de vuelta a Marrakech.
Se va acercando nuestro fin de viaje. Es probable que ese mismo día o al día siguiente tengamos nuestro vuelo de vuelta para comenzar nuestra rutina hasta el próximo destino.
Pero ¿y no es bonito volver a la rutina con la maravillosa experiencia de conocer un poquito de Marruecos? ¡Cuéntame que es lo que más te gusta de este increíble país!