Sois muchos los que me seguís por las redes sociales y sabéis que hace unos días estuve en un lugar muy especial para mí. Se trata del hospital donde nació mi hijo: el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo.
Sí, ya sé que dicho así puede parecer muy fuerte, pero gracias a quien tengamos que dar las gracias, no es que estuviera malito ni le pasara nada y tampoco es que yo sea una persona masoquista ni me guste ir a los hospitales por el simple hecho de pasear por allí. Lo que ocurre es que tuve la gran suerte de ver a mi hijo por primera vez en un hospital que tiene mucha historia dentro de la ciudad de Barcelona. Demasiada historia y, como no había sido capaz de apreciarla en esos primeros días posteriores a su llegada, tenía que volver y hacerle la visita que se merecía.
Historial del hospital
El Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, situado en el distrito del ensanche, en Barcelona, es una de las obras más importantes de Lluis Domènech i Montaner, uno de los grandes arquitectos del modernismo catalán.
El hospital fue construido entre 1.902 y 1.930. Claro está que tantos años de construcción no pudieron ser llevados por el mismísimo Domènech i Montaner, sino que se hizo en dos fases. La primera, llevada a cabo por él mismo entre 1.902 y 1.913, durante la cual se construyeron trece edificios; y la segunda, a partir de 1.920, llevada a cabo por su hijo Pere Domènech i Roura.
El hospital ya llama la atención a simple vista y no hace falta ser un gran experto en arquitectura para apreciar su belleza. Tal es así que, aunque no se llevó a concluir el proyecto completo, según lo proyectó el gran Domènech i Montaner, ya que el proyecto original tenía una previsión de cuarenta y ocho edificios, sí que su gran obra ha sido reconocida con diversos premios. Merece especial mención el nombramiento como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, así como el de Bien de Interés Cultural.
Los orígenes del hospital se remontan muy atrás en el tiempo. En 1.401 empezó a funcionar como hospital bajo el nombre de Hospital de la Santa Cruz. Durante muchos años de servicio fue el hospital de referencia en Cataluña, aunque muy juzgado y criticado por su gestión, ligado a hospital religioso. Y es que no debemos de olvidar que Barcelona no tuvo un hospital de gestión pública hasta la aparición del hospital Clinic en el año 1.906.
Para terminar de entender la totalidad del nombre del hospital tenemos que mencionar al banquero Pau Gil. Gracias a él, a partir del año 1.902, pudo empezar a construirse un nuevo edificio que permitió seguir desarrollando su función, ya que el hospital se empezaba a ver limitado de espacio. Es por eso que, en agradecimiento a la extensión del hospital, le dieran a este el nombre de su santo: Hospital de la Santa Cruz y San Pau.
La visita al hospital
El recinto modernista consta de un edificio principal dedicado a la administración y 27 pabellones más en los que se desarrollaban tareas médicas y de enfermería. Como podéis observar, distan de ser los 48 pabellones que se proyectaron inicialmente. Como nota curiosa que me llamó mucho la atención durante mi visita, todos los pabellones están unidos por galerías subterráneas. De esta forma, era muy fácil poder llevar a los enfermos de un pabellón al otro independientemente de las condiciones meteorológicas.
Durante la visita que actualmente se puede hacer al recinto, y después del proceso de rehabilitación que se ha llevado acabo en los últimos años, se pueden visitar tres pabellones. Éstos son, junto a la casa de operaciones, la sala hipóstila y el pabellón de la administración, quizás el más impresionante de todos.
La sala hipóstila es lo primero que nos encontramos desde el vestíbulo principal. Desde sus inicios ha sido utilizada como sala de paso, ya que da acceso a las galerías subterráneas. Hoy en día es un espacio que se utiliza para la organización de cenas, cocteles y eventos varios.
Uno de los pabellones que podemos admirar es el de San Salvador, que fue el primer pabellón que entró en funcionamiento en el nuevo recinto hospitalario (tras la unión con el edificio nuevo de San Pau). Su primer uso fue de cirugía, pero posteriormente se dedicó al servicio de pacientes de cuidados intensivos y semicríticos, siendo una de las primeras unidades de este tipo que se creó en España.
Otro de los pabellones que se pueden visitar es el de San Rafael, que no está rehabilitado. ¡Cómo se nota que no tiene aire acondicionado cuando lo visitamos en pleno mes de julio! Este pabellón se completó gracias al legado de Rafael Rabell, que donó gran parte de su fortuna para la construcción del edificio. Por ello se le atribuyó su nombre, como era costumbre en la época.
Siguiendo con la visita, podemos ver la casa de operaciones, que destaca por la gran luminosidad que tiene. Su orientación y sus ventanales fueron muy tenidos en cuenta para colocar aquí los quirófanos. Por supuesto, este pabellón también se comunica con el resto de los pabellones a través de los túneles subterráneos. Así era más fácil llevar y traer a los enfermos hasta los quirófanos y de vuelta a sus estancias al terminar las intervenciones.
El pabellón de la Purísima aún se encuentra dentro del proceso de rehabilitación que se está llevando a cabo y muestra de ello son las paredes desnudas, sin restos de cerámica.
Después de dar un paseo por los preciosos y cuidados jardines (¡casi que entran ganas de estar enfermo para pasear por ahí!) llegamos al pabellón de la Administración. ¡Simplemente, magnífico! La espléndida escalera que sale del vestíbulo muestra una íntima relación entre arquitectura y ornamentación. La cúpula pequeña cumple con una de las premisas del modernismo: dar un papel principal a la luz y al color. Y en el techo, ¿qué decir de sus bóvedas? ¡Pues que hay que verlo para sentirlo!
Palabras finales
A nivel personal, cuando estaba allí me sentía en calma. Posiblemente fuese por esa combinación de luz y belleza que me recordaba a él, a ese primer momento en el que nos miramos a los ojos y me sentí la persona más feliz de la tierra.
Serán muchas veces las que me preguntará: “Mamá, ¿yo dónde nací?” Quizás le toque dar muchas vueltas por el mundo, cambiar de casas, conocer amigos de diferentes culturas… ¡pero siempre podrá volver a sus orígenes! Porque, entre otras muchas cosas, le podré contar que Domènech i Montaner creó ese hospital para él: el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo. ¡Gracias!
Precioso post!!!!
¡Muchas gracias! ¡Me alegro que te haya gustado!